Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

lunes, 6 de septiembre de 2010

MOHAMED VI, EL SÁHARA Y LA CRISIS ESPAÑOLA






Mientras los españoles intentan aterrizar de las vacaciones esquivando los baches y las tormentas de la vuelta al cole, Mohamed VI ya tiene bien montado el programa del nuevo curso cuyas bases fue implantando este verano con la crisis de Melilla, para ir abriendo boca. Se trata de apretar, apretar y apretar las tuercas al Gobierno de Zapatero que tanto presumió de saber hacer las cosas para no tener problemas con el "hermano marroquí" logrando que ese pecado de ingenuidad (por lo menos) se vuelva en su contra justo en uno de sus momentos más bajos. Objetivo: que se pringue en nombre de todos los españoles en una marrullería con el Sáhara de telón de fondo.


¿Y por qué justo ahora? El verano ha incubado un ambiente de cambio de régimen, con el rey Juan Carlos pachucho, con el presidente Zapatero sumido en una crisis sin precedentes. Hay aires de transición y por nuestra jungla política resuenan los tambores que llaman a las guerras tribales sacudiendo el trono del propio Zp. Momento propicio para que Mohamed VI ataque para rematar lo que empezó con esa "falta de colaboración" antiterrorista que propició el 11-M. Zapatero le prometió entonces ayudarle a rematar la faena del Sáhara y, como garantía de que iba a cumplir su palabra, puso a Moratinos al mando del timón de la diplomacia.


Los sultanes alauitas son grandes aficionados en acechar a España en los momentos de debilidad de sus gobiernos para sacar tajada a su favor en los muchos asuntos que, utilizando la jerga apaciguadora de nuestros diplomáticos, "tenemos en común", un eufemismo de la cadena de acción y reacción que se monta entre la pusilanimidad española ante un vecino de incontenible apetito expansionista y el aliento que nuestra indefensión e incapacidad insufla a la voracidad alauita.

Transición y crisis son desde 1975 sinónimo en Rabat de "ocasión de oro para pillar en España". Por si este resorte no bastase para disparar su instinto de caza, la ilusión de que pueda repetirse una coyuntura como la que en 1975 desembocó en la entrega del Sáhara, se junta ahora con consideraciones de cálculo dictadas por el estricto aquí y ahora.

La afinidad entre la casa alauita y Moratinos le valió a Zapatero que Mohamed le diese prórrogas en un pago contraproducente para la intención de voto. Pero el tiempo ha ido pasando y, por si acaso el PSOE (o Zapatero) no sigue estando ahí en la próxima legislatura, ha decidido ejecutar la deuda. Con más razón si Eulogio López lleva razón y el rey está pensando en jubilarse y pasarle los trastos al príncipe Felipe al que se supone pondrá al tanto de todos los secretos pero, al fin y al cabo, no estaba ahí cuando en otoño de 1975 desde Rabat lanzaron la Marcha Verde tensando la cuerda hasta que lograron que en Madrid les entregasen el Sáhara.

Aún suponiendo que Zapatero tuviese una tercera legislatura, ya no es apuesta segura para Mohamed tras la crisis abierta estas Navidades con el asunto de Aminetu Haidar. Cuando en un descuido al falso ángel se le cae la careta, ya no puede seguir contando con su poder de fascinación para dominar al contrincante, por muy poderoso que sea. Y seguramente al déspota marroquí se le quedó grabada la cara de pasmao de Zapatero al comprobar que todo lo que le habían contado sobre cómo ganarse al hermano del sur, ni sobre la sabiduría y habilidad de Moratinos para evitar crisis hispano-marroquíes, eran burras voladoras.

Como muestra del trauma que el Haidargate supuso para Zapatero, recordemos ese estallido de desespero de la responsable de Relaciones Exteriores en el PSOE, Elena Valenciano: "No nos merecemos que nos hagan esto después de todo lo que hemos hecho por él", dijo más o menos. No hacía más que transmitirnos el desconcierto del jefe ante la escalofriante indiferencia con que su "hermano" Mohamed, entre apearse del burro con Aminetu y evitarle un pollo monumental en plena Navidades por un quítame de aquí estas pajas, optaba por su real orgullo.

Con lo bien informado que está sobre todo lo que se cuece en España, a estas alturas el sultán alauita seguro que anda
mu enterao de que Zapatero nunca perdona a quien le deja en evidencia o le lleva la contraria en público. Probablemente su conclusión ha sido la de que ha llegado la hora de ir a por todas. Ya nada tiene que ganar con la espera, y sí en cambio mucho con el apretón de tuercas.

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